Desarrollo de Competencias Docentes

Nadie enseña a nadie, todos aprehendemos de todos.







sábado, 16 de agosto de 2008

El conocimiento de la Didáctica de la Historia con el uso de las TIC,s

Jesús Antonio Medina Lomelí
16 de agosto del 2008

1.-La enseñanza de la Historia.
En educación es una constante a modificar, o en un mejor sentido actualizar, cuántas resistencias, cuántas fobias, o se pueden llamar resistencias al cambio porque creemos identificar que estamos bien con lo que hacemos en enseñanza?, la experiencia nos valida posturas, normas y actitudes que nos hacen sentirnos bien en la práctica y por comodidad aceptemos que la cotidianidad en la institución lo valida todo, entonces valdrá la pena no incomodarnos y vivir y puede ser convivir con los demás en esa Pedagogía Institucional que nos hace vivir en paz y felices intelectualmente y lo que con ello conlleva; planeación, organización, materiales, tiempo, espacio, ejecución y evaluación sin mirar que el mundo globalizado y el desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación tienen otras oportunidades recursivas; bibliotecas, otro pizarrón y otro gis y además se vale copiar para procesar.

La Didáctica de la Historia que hemos seleccionado expande con nuestra investigación a observar, analizar y evaluar los quehaceres que hemos practicado y lo que podremos incorporar afecto de mejorar en la enseñanza y por ende en el aprendizaje, la Pedagogía Activa creemos haberla llevado a cabo en solo darle la palabra al alumno desligándola un poco de las letras de los libros pero en la evaluación solemos pedir las letras de los libros, la incorporación de las TIC,s en la educación nos da el reto de indagar primero y luego planificar, aventura, en verdad aventura apasionante que nos da la sospecha que así será el aprendizaje. La historia no tiene que ser aprendida solo como cuento sino que el recuento debe dar a nuestros estudiantes la oportunidad de dilucidar juicios críticos e inteligentes no solo para resolver problemas sociales sino para prevenirlos y no tener el problema de qué hacer con el problema, aunque creo ya estamos en el problema del Galimatías que planteaba Esmeralda pero es que nos lleva a darnos cuenta que entre más Busquemos en Didáctica de la Historia, más estaremos ocupados en aplicar competencias docentes que correspondan al Perfil de Egreso de nuestros alumnos sintetizado en que sean propositivos, innovadores y de mejor desarrollo en el uso de Competencias Ciudadanas. La Internet nos ofrece infinidad de estrategias y recursos para diseñar nuestras propias plantillas de evaluación guía de los Contenidos Curriculares en el campo de la Historia.

2.- Los convencionalismos curriculares en Historia.
Entendemos que la Historia como propone Block parece que debe estudiarse al revés de los convencionalismos curriculares porque hay que identificar primero quiénes somos como ciudadanos y luego ir a las raíces con más fundamentos de atrevimiento, la Historia es envolvente e irresistible, y en el contexto de los adolescentes es terreno fértil para incursionar en fomentar la ponencia asentada por medio de la consulta incitada. Saber aplicar la Historia es transbordar a los estudiantes a que la apliquen en otras áreas del conocimiento. “La historia ya no es lo que era”, dicen Pozo y Carretero. Pero, ¿por qué? Pues, porque “la historia que hoy se imparte es fundamentalmente conceptual” y porque “no se trata de narrar, sino de explicar”. En efecto, aunque tarde y confusamente, la didáctica escolar de la historia ha venido empapándose de los nuevos aires que han revolucionado la historiografía a lo largo del presente siglo. Lo grave, pero, no es para Pozo y Carretero, que la didáctica cambie, sino que “este cambio necesario, según la lógica de la disciplina, puede no serlo tanto desde la lógica del estudiante”.

Planteado así el problema, nuestras vías de análisis se limitan a dos: primera, saber si tal cambio es necesario, por otros que den oportunidad de acceder después del libro a a recursos de las TIC, s, es decir, totalmente imprescindible para compaginar práctica escolar y estructura interna de la ciencia histórica con oportunidades de indagación insospechada en otros tiempos, y, segunda, determinar si tal cambio ha producido una incompatibilidad, de hecho, entre los currícula y nuestros alumnos. Constituye ésta una doble pregunta que viene planeando desde hace años sobre nuestra práctica escolar, pero a la que, sin embargo, aún no nos hemos atrevido a contestar con la suficiente valentía, o, quizás, lo que ocurre es que lo que tenemos entre nuestras manos ya nada tiene que ver con la historia, sino con mitificaciones de la misma: míticas patrioteras de nuevo cuño, repertorio de ejemplificaciones para discursos morales extrahistóricos (es decir, presentados como extrahistóricos), ejercitaciones metodológicas historiográficas, prácticas de vocabulario histórico...

3.- El cambio necesario a modo de conclusión.
Digamos, en primer lugar, que cuando hablamos aquí de didáctica de la historia nos estamos refiriendo a la práctica escolar de una disciplina científica que se ha constituido como tal gracias al abandono de los postulados del positivismo rankiano y a la asunción de que los datos históricos, lejos de ser únicos, son susceptibles de ser integrados en un todo estructural. La historiografía actual tiene la firme voluntad de articular sus construcciones en una episteme (en una ciencia) que rebase definitivamente el nivel de lo meramente opinable (doxa). La didáctica escolar de la historia tiene como referente ineludible la propia estructura interna de la ciencia histórica. Es evidente que, si la historia no fuera ciencia, sino un recitado de enunciados opinables, su didáctica carecería de sentido; si, al contrario, sí es una ciencia, su didáctica escolar –ni más ni menos que como pretende hacerse con otras ciencias- ha de respetar las reglas internas de la investigación y explicación históricas.

La voluntad de la historia es no describir el pasado tal cual sucedió, sino reconstruirlo explicativamente. Tal voluntad no constituye un capricho –o una limitación-, ni es, tampoco, algo específico de la historiografía, sino que, bien al contrario- y como decía Ortega- sólo mediante esta constructividad tiene lugar la ciencia. A la historia, como a la física, le interesan bien poco las particularidades meramente anatómicas de los datos, lo concreto-absoluto de la realidad factual. Como cualquier otra ciencia, la historia quiere tener en cuenta, fundamentalmente, las recurrencias. Lo que diferencia a la historia de las ciencias físicas no es tanto la voluntad explicativa, pues tanto las ciencias deductivas como las físicas –tal y como señala Piaget- se construyen en torno a la articulación de respuestas a una misma pregunta: ¿por qué? Lo que singulariza a la historia es que las respuestas que nos ofrece se derivan de la implicación significativa, de la búsqueda de razones; mientras que la búsqueda de causas sería lo característico de las ciencias físicas. Así pues, la historia-episteme establece las explicaciones a través de un proceso científico que se inicia con la reunión –y crítica- de hechos empíricos y que termina con la articulación de los mismos en un hecho historiográfico sistémico que nos muestra tanto la articulación (estructura) de los mismos como su funcionamiento (dinamismo).

La historiografía contemporánea, al menos desde Croce, sabe perfectamente que la producción de conocimiento histórico es fruto del diálogo cognoscitivo entre presente y pasado. Presente y pasado no son otra cosa que dos momentos diferentes –aunque complementarios de la corriente histórica (la metáfora está robada de Toynbee). Para poder captar tanto uno como otro es totalmente necesario trascender los propios embates del curso de la corriente, elevarse por encima de los aspectos anecdóticos, tanto del presente como del pasado, es decir, relativizar lo concreto-absoluto y saber encontrar las recurrencias. Educahistoria es un ejemplo de portal educativo cuyo objetivo es la creación y difusión de materiales para la enseñanza de la historia, dirigidos a alumnos, profesores y/o cualquier persona que tenga la curiosidad suficiente para tratar de comprender mejor nuestro pasado.

Aunque, evidentemente, nuestro medio natural es el digital, nos interesan todos los materiales que nos ayuden a entender mejor la historia. Es decir, nos importan las buenas historias que nos permiten comprender mejor la historia, sea o no su soporte digital. Nosotros somos profesores e historiadores y, en consecuencia, el objetivo que se persigue no es tanto ofrecer un catálogo muy extenso de materiales, como buscar aquellos medios que el mercado nos ofrezca para facilitar el aprendizaje y difusión de materiales relacionados con la historia. En la Web podremos encontrar tanto materiales de creación propia (artículos, ejecutables, gráficos,…) como todos aquellos materiales que encontremos navegando por la Red que consideremos interesantes para la historia y su didáctica, desde las revistas de divulgación histórica hasta videos de Youtube, juegos y películas de contenido histórico, blogs, experiencias didácticas en el aula o fuera de ella, webquest …. Además, la Web 2.0, que pone a nuestra disposición un sinfín de aplicaciones colaborativas, nos facilitará un trabajo cooperativo que puede ser muy enriquecedor para todos. Educahistoria sirve como foro de difusión de vuestras propias ideas, materiales o iniciativas. Por ello, se valoran nuestras aportaciones a la noble causa de la divulgación de la Historia y, en el caso de que se ajusten al perfil de nuestra Web, publicar nuestros contenidos. http://www.educahistoria.com



En definitiva: en la escuela ha de entrar la sociología, el presente, si de verdad pretendemos que los alumnos, algún día –fuera ya del ciclo superior- dominen el pasado y es que la sociología (como sabía Piaget, como ha señalado Vilar) es la dimensión sincrónica de la historiografía o, lo que es lo mismo, la historia es la dimensión diacrónica de la sociología. De la misma manera que consideraríamos una aberración estudiar el desarrollo del sistema lexical del ruso, sin dominar sincrónicamente el ruso hablado hoy, es una aberración didáctica intentar explicar el pasado (que tal es el fin de la historia) si aún no se comprende el presente. Por cierto que, mientras llega la hora del cambio, no está nada mal encontrarse con libros como el de Michel Péronnet. Tomado de “Cuadernos de Pedagogía” Octubre de 1985. en Cuadernos de Pedagogía, 25 años, en CD Rom.

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